En el mundo del teatro, la atención del actor es un superpoder
Declan Donnellan, uno de los directores más influyentes de nuestra época, lo articula magistralmente en su libro «El Actor y la Diana». Para Donnellan, la «diana» no es un objeto, sino el foco de la atención del actor: aquello hacia lo que se dirige su energía, su propósito y su verdad. Sin una diana clara, el actor se pierde.
¿Y qué tiene que ver esta sabiduría teatral con el vértigo y la emoción de emprender? ¡Todo!
👉🏼La «Diana» de tu emprendimiento: Al igual que un actor necesita saber a quién le está hablando y por qué, un emprendedor necesita definir con absoluta claridad su «diana». ¿Quién es tu cliente ideal? ¿Qué problema le resuelves? ¿Qué valor le aportas? Sin esta claridad, tu mensaje se disipa, tu producto no conecta y tu energía se dispersa.
👉🏼La atención como moneda de cambio: Donnellan enfatiza que la atención del actor es lo que da vida a la escena. En el emprendimiento, tu atención y la de tu equipo deben estar calibradas hacia esa diana. Cada decisión, cada prototipo, cada campaña de marketing debe preguntarse: «¿Esto resuena con nuestra diana? ¿Está solucionando su necesidad?»
👉🏼Autenticidad en la «actuación»: Un actor que no cree en su diana no convence. Un emprendedor que no conecta auténticamente con las necesidades de su cliente no genera confianza. Se invita a la honestidad y a la entrega total a ese foco. Esto se traduce en un producto genuino, un servicio que realmente ayuda y una marca que inspira lealtad.
👉🏼La diana cambia, la flexibilidad es clave: A veces, en el teatro, la diana de un actor puede cambiar en el curso de una escena. En el emprendimiento, nuestra diana inicial puede evolucionar a medida que aprendemos más sobre el mercado y nuestros clientes. Estar dispuestos a pivotar, a ajustar nuestra «diana» sin perder el enfoque general, es crucial para la supervivencia y el crecimiento.
👉🏼El propósito detrás de cada acción: Cada palabra, cada gesto del actor tiene un propósito relacionado con su diana. Para los emprendedores, cada estrategia, cada característica del producto, cada interacción con el cliente debe tener un propósito claro y estar alineada con el valor que deseas entregar a tu «diana». Esto evita el ruido, la complejidad y los gastos innecesarios.
Así que, la próxima vez que te encuentres diseñando un producto, puliendo tu propuesta de valor o lanzando una campaña, detente y pregúntate: ¿Cuál es mi diana? ¿Estoy dirigiendo toda mi energía y atención hacia ella? La respuesta podría ser la clave para transformar tu idea en un éxito rotundo.
¿Has experimentado el poder de definir tu «diana» en tu propio camino emprendedor?
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